CHRISTIAN RANDI

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Inflamación crónica de bajo grado: el enemigo silencioso

La inflamación crónica de bajo grado (ICBG) es un problema que, aunque no siempre lo sentimos ni lo vemos a corto plazo, puede causar estragos en nuestro cuerpo con el paso del tiempo. Imagina una gota de agua que cae constantemente sobre una piedra. Al principio, la piedra parece intacta, pero después de un tiempo, esa gota repetitiva va creando pequeños agujeros. Algo similar ocurre en nuestro cuerpo cuando hay inflamación crónica: no la notamos de inmediato, pero a largo plazo, puede contribuir al desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas, problemas metabólicos e incluso algunos tipos de cáncer.

¿Qué es la inflamación crónica de bajo grado?

A diferencia de una inflamación que aparece como respuesta a una infección o una herida (como cuando nos cortamos), la inflamación crónica de bajo grado es más sutil. En lugar de desaparecer cuando el problema se resuelve, esta inflamación permanece en nuestro cuerpo a niveles bajos, pero constantes. Es como tener una pequeña fogata siempre encendida. Aunque no parece un gran problema al principio, este «fuego» interno va dañando lentamente los tejidos y órganos, lo que afecta a todo el cuerpo.

Los factores que desencadenan la inflamación crónica incluyen el estrés persistente, una dieta rica en alimentos ultraprocesados, el sedentarismo y el sueño deficiente. Estos factores generan una respuesta inmune que activa la liberación constante de sustancias inflamatorias llamadas citoquinas. A largo plazo, esto crea un entorno inflamatorio que no solo afecta la salud física, sino también la mental.

¿Cómo afecta a la composición corporal?

El problema no es solo la grasa. Cada persona reacciona de manera diferente ante la inflamación crónica. Hay personas que tienden a «expandir» en grasa, es decir, acumulan más grasa visceral o intramuscular, lo que les pone en mayor riesgo metabólico. Otras personas, en cambio, «expanden en inflamación», lo que significa que su cuerpo reacciona con una inflamación más severa en lugar de acumular tanta grasa. Las personas que expanden en inflamación suelen enfrentar problemas como sarcopenia (pérdida de masa muscular) y osteopenia/osteoporosis (pérdida de densidad ósea).

Grasa visceral

Esta se acumula alrededor de los órganos internos, como el hígado y los intestinos, y está relacionada con problemas como enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. La grasa visceral es metabólicamente activa y produce citoquinas que perpetúan el ciclo de la inflamación. Un estilo de vida sedentario, junto con una dieta rica en grasas saturadas y carbohidratos refinados, favorece la acumulación de esta grasa, lo que genera más inflamación.

Un ejemplo práctico: si consumes habitualmente alimentos procesados ricos en azúcares y grasas, tu cuerpo tenderá a almacenar más grasa visceral. A largo plazo, esto no solo afectará tu apariencia física, sino también tu riesgo de desarrollar enfermedades como la hipertensión y problemas cardíacos.

Grasa intramuscular

Otro aspecto clave es la acumulación de grasa dentro de los músculos. Esta grasa contribuye a la resistencia a la insulina, lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes. Además, la grasa intramuscular interfiere en la capacidad de los músculos para realizar movimientos fluidos y eficientes, lo que puede llevar a problemas de coordinación motora y pérdida de destreza.

Imagina que tus músculos son como cuerdas elásticas que te ayudan a moverte de manera suave y coordinada. Cuando se acumula grasa dentro de esas cuerdas, su capacidad de estirarse y contraerse se reduce, afectando la calidad de los movimientos.

Sarcopenia

La inflamación crónica también afecta a la masa muscular, provocando una disminución gradual de los músculos. Esto se conoce como sarcopenia y afecta la fuerza, la movilidad y la funcionalidad del cuerpo. A medida que los músculos se debilitan, las personas son más propensas a caídas y lesiones, lo que incrementa el riesgo de discapacidad.

Osteopenia y osteoporosis

Además de afectar los músculos, la inflamación crónica puede llevar a la pérdida de densidad ósea, conocida como osteopenia. Si no se aborda, esta pérdida progresiva de masa ósea puede evolucionar a osteoporosis, una condición que aumenta el riesgo de fracturas. La inflamación constante afecta la remodelación ósea, impidiendo que los huesos se reparen y se fortalezcan adecuadamente.

También hay personas «mixtas», que presentan ambas respuestas: acumulan grasa y mantienen niveles altos de inflamación, lo que complica aún más su situación de salud. Estas personas suelen reunir las condiciones de sarcopenia/osteopenia/osteoporosis y grasa, lo que se conoce como obesidad osteosarcopénica.

Impacto en el sistema nervioso

La inflamación crónica también tiene efectos profundos en nuestro cerebro y sistema nervioso. Las personas con inflamación crónica pueden experimentar fatiga constante, problemas de concentración y alteraciones del ánimo, como ansiedad o depresión. Esto ocurre porque la inflamación afecta a las células cerebrales, dificultando su comunicación.

Imagina que tu cerebro es como una computadora que está sobrecargada con programas que no puedes ver. Aunque parece que todo funciona bien en la superficie, estos «programas ocultos» van haciendo que la computadora sea cada vez más lenta y menos eficiente. La inflamación crónica genera un estado similar en nuestro sistema nervioso.

Cuando la inflamación afecta al cerebro, también se pueden ver alteraciones en el sueño, como insomnio o somnolencia durante el día. El cerebro inflamado lucha para mantener un ciclo de sueño saludable, lo que puede agravar aún más el problema de inflamación.

¿Qué podemos hacer para reducir la inflamación crónica?

Afortunadamente, hay muchas acciones que podemos tomar para combatir la inflamación crónica y mejorar nuestra salud. Aquí te ofrecemos algunas recomendaciones generales:

  1. Ejercicio diario: La actividad física es fundamental para reducir la inflamación y mejorar la composición corporal. Sin embargo, para quienes ya tienen problemas relacionados con la inflamación crónica, es crucial acudir a un profesional especialista en esta clase de problemas. Un profesional podrá diseñar una pauta de ejercicios segura y efectiva, que incluya tanto ejercicios de fuerza como de alta intensidad, de acuerdo con tus condiciones físicas y tu estado de salud.
  2. Alimentación antiinflamatoria: Consumir alimentos frescos y ricos en antioxidantes, como frutas, verduras, nueces y el aceite de oliva virgen extra (EVOO), puede ser un paso importante para reducir la inflamación. Sin embargo, estos son solo consejos generales. Una dieta antiinflamatoria no se define únicamente por estos elementos. La verdadera personalización de una dieta antiinflamatoria va mucho más allá, y depende de muchos factores individuales, como la composición corporal, el estado de salud y el estilo de vida. Por eso, es recomendable acudir a un profesional especialista en inflamación crónica que pueda ofrecerte un plan nutricional personalizado.
  3. Gestión emocional y preparación para el sueño: El estrés es uno de los mayores desencadenantes de la inflamación crónica. Para reducirlo, es fundamental gestionar las emociones de manera saludable. Esto incluye técnicas como la relajación progresiva y la meditación. Además, la preparación para el sueño es crucial. Mantener una rutina de sueño estable, levantarse temprano y evitar las pantallas al menos una hora antes de dormir puede mejorar significativamente la calidad del sueño y reducir la inflamación. La clave está en la constancia y en crear hábitos saludables que refuercen un ciclo circadiano equilibrado.

Conclusión

Combatir la inflamación crónica de bajo grado es un proceso que requiere un enfoque integral. A través de una combinación de ejercicio físico regular, una dieta adecuada, una buena gestión emocional y una rutina de sueño saludable, es posible reducir los efectos de este enemigo silencioso. No olvides que la orientación de profesionales especializados en inflamación crónica puede marcar la diferencia al ofrecer un plan adaptado a tus necesidades individuales.

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