Cuando escuchamos el término fibromialgia, muchas personas piensan en dolor crónico, cansancio y un malestar constante que parece no tener solución. Sin embargo, algunos casos diagnosticados como fibromialgia podrían estar ocultando otro problema: la depresión. Aunque ambas condiciones parecen diferentes, en realidad comparten muchas similitudes a nivel del cuerpo, lo que hace difícil diferenciarlas. En este artículo, te explicaremos de manera sencilla cómo esto sucede y por qué es importante tener un diagnóstico adecuado.
¿Qué tienen en común la fibromialgia y la depresión?
Tanto la fibromialgia como la depresión afectan cómo funcionan algunos de los químicos más importantes del cerebro, conocidos como **neurotransmisores**. Estos químicos son como los “mensajeros” que llevan señales de una parte del cerebro a otra, ayudando a regular cosas como el dolor, el estado de ánimo y el sueño.
Uno de los neurotransmisores más importantes es la serotonina, que afecta tanto el estado de ánimo como la forma en que percibimos el dolor. Piensa en la serotonina como un regulador: cuando está en niveles normales, nos sentimos bien, el dolor no nos molesta tanto y dormimos bien. Pero cuando los niveles de serotonina bajan, nuestro cuerpo comienza a volverse más sensible al dolor y nuestro estado de ánimo puede decaer. Esto es común tanto en la fibromialgia como en la depresión.
Otro neurotransmisor clave es el glutamato, que está relacionado con cómo el cerebro responde a las señales de dolor. En las personas con fibromialgia, hay más glutamato en ciertas áreas del cerebro, lo que aumenta la sensación de dolor. Imagina que el cerebro tiene un volumen para el dolor, y cuando el glutamato está desequilibrado, ese volumen se sube, haciendo que todo duela más. Este mismo desequilibrio también puede estar presente en la depresión, afectando no solo el dolor, sino también la concentración y el estado de ánimo.
El papel del estrés y el agotamiento
El estrés juega un papel importante en ambas condiciones. En nuestro cuerpo, tenemos un sistema llamado el eje HPA, que controla cómo respondemos al estrés. Si alguna vez has sentido que tu corazón late más rápido o te has sentido inquieta cuando estás nerviosa, es este sistema el que está trabajando. En la fibromialgia y la depresión, este sistema está “sobrecargado”, lo que contribuye a la sensación de cansancio, el dolor y la falta de energía.
Este estrés constante también causa inflamación en el cerebro, como si hubiera una pequeña “alarma” encendida todo el tiempo, que nunca se apaga. Esto contribuye a que tanto el dolor como la fatiga se perpetúen. Los estudios han mostrado que en las personas con fibromialgia y depresión, esta inflamación está mediada por ciertas sustancias llamadas citoquinas, que hacen que el cerebro se sienta “inflamado” y sensible.
El rol de la dieta: Triptófano y fructosa
Otro aspecto importante en la fibromialgia es cómo tu cuerpo absorbe ciertos nutrientes. Uno de estos nutrientes es el triptófano, que es una sustancia esencial para que el cuerpo produzca serotonina. Pero en muchas personas con fibromialgia, la absorción de triptófano se ve afectada por algo tan simple como la fructosa, un tipo de azúcar presente en frutas y algunos alimentos procesados.
Cuando la fructosa no se absorbe bien en el intestino, bloquea la absorción del triptófano, lo que reduce la producción de serotonina. Esto no solo afecta tu estado de ánimo, sino que también empeora los síntomas de dolor y fatiga.
Si experimentas fibromialgia, una forma sencilla de mejorar la absorción de triptófano es revisar tu dieta y reducir los alimentos que pueden estar afectando tu intestino:
- Evita jugos de frutas y frutas ricas en fructosa, como las manzanas y las peras. En su lugar, opta por frutas con menor contenido de fructosa como las fresas o los ará
- Minimiza los edulcorantes artificiales como el jarabe de maíz de alta fructosa, que está presente en muchos productos procesados como refrescos, jugos comerciales y postres envasados.
- Revisa las etiquetas de los alimentos procesados: Algunos productos bajos en grasa o etiquetados como «light» suelen contener altos niveles de fructosa para mejorar el sabor. Opta por alimentos frescos y menos procesados.
Una opción diaria podría ser cambiar una merienda de galletas o una bebida azucarada por un puñado de frutos secos o un batido hecho con leche de almendra y fresas, alimentos que no interfieren en la absorción del triptófano.
¿Es fibromialgia o depresión enmascarada?
Uno de los mayores desafíos es diferenciar entre fibromialgia y depresión, ya que los síntomas son muy parecidos. La clave está en cómo responde el cuerpo a ciertos tratamientos. Por ejemplo, si una persona diagnosticada con fibromialgia comienza a tomar antidepresivos y sus síntomas mejoran notablemente, esto podría ser una señal de que lo que realmente estaba experimentando era **depresión enmascarada**.
La depresión enmascarada ocurre cuando los síntomas emocionales, como la tristeza o la pérdida de interés, no son tan evidentes, y lo que prevalece es el dolor físico o el cansancio. Esto puede llevar a un diagnóstico erróneo de fibromialgia, ya que los síntomas físicos son muy similares. Sin embargo, es crucial entender que el tratamiento de ambas condiciones no es el mismo. Mientras que la fibromialgia requiere un enfoque más amplio que incluya cambios en la dieta, ejercicio y manejo del dolor, la depresión se trata con terapias que buscan restaurar el equilibrio de los neurotransmisores.
Cómo obtener un diagnóstico adecuado
Si te sientes identificada con los síntomas descritos y te han diagnosticado fibromialgia, pero notas que los antidepresivos mejoran tus síntomas, puede que estés enfrentando una depresión enmascarada. Un diagnóstico preciso es clave para recibir el tratamiento adecuado y mejorar tu calidad de vida. No te conformes con un diagnóstico por exclusión. Existen pruebas y métodos más avanzados que pueden ayudar a los profesionales de la salud a identificar correctamente tu condición:
Evaluación de neurotransmisores en plasma: Se puede medir la cantidad de neurotransmisores como la serotonina y el glutamato en la sangre, lo que puede proporcionar pistas sobre el origen de tus síntomas.
Pruebas de cortisol y eje HPA: Dado que tanto la fibromialgia como la depresión afectan el eje de respuesta al estrés, medir los niveles de cortisol a lo largo del día puede ayudar a identificar desequilibrios que son más típicos en la depresión.
Resonancia magnética funcional (fMRI): Esta prueba avanzada permite observar las áreas del cerebro que están más activas durante el dolor o el estrés emocional, lo que puede mostrar patrones específicos asociados con la depresión o la fibromialgia.
Conclusión
Tanto la fibromialgia como la depresión son condiciones complicadas que comparten muchos síntomas y mecanismos subyacentes. Comprender la relación entre estos trastornos puede ayudarte a tomar decisiones informadas sobre tu salud. Si bien el dolor crónico y el cansancio pueden ser debilitantes, es esencial que busques un diagnóstico que realmente aborde la causa subyacente de tus síntomas, ya sea fibromialgia o depresión enmascarada.
Recuerda, no estás sola en este camino. Si sospechas que puedes estar experimentando alguno de estos síntomas, acude a un profesional de salud que pueda orientarte y brindarte el apoyo que necesitas para mejorar tu bienestar.